"VIVENCIAS Y RECUERDOS DE NUESTRO ANTIGUO COLEGIO MIGUEL MEDINA DE ARCHENA"
ASOCIACIÓN "ALEGRÍA GLOBAL VALLE DE RICOTE"
Este era el título elegido por la Asociación "Alegría Global Valle de Ricote" para la 2ª Edición del Concurso de Poesía y Relato Corto celebrado este año. El tema se prestaba a narrar historias, anécdotas, vivencias, en forma de prosa o en verso y la mayoría de participantes parece haberse inclinado por transmitir dos aspectos: en primer lugar su cariño por este entrañable colegio, en parte porque ha cobijado desde hace más de 80 años a tantas y tantas personas, abuelos, padres, hijos y ahora ya nietos de los anteriores y en segundo lugar, han coincidido en manifestar su desencanto por el aspecto actual del edificio, de "su" colegio, en el que tantos momentos maravillosos y no tan maravillosos pasaron durante su infancia. La historia de Las Graduadas/Colegio Miguel Medina es una parte importante de la historia de Archena. Así pues, el tema del Concurso nos parece muy acertado y debería repetirse en próximos años, cuando las nuevas promociones ya no lo sean.
La Gala de entrega de los premios estuvo bien llevada por la presidenta, Mercedes Orenes y por Patricia Brao, ambas muy simpáticas y cercanas, de modo que fuese como algo familiar.
Al acto asistieron como invitados los últimos directores del Colegio, D. Antonio Garrido y D. Miguel Aroca. El primero, con su todavía lenguaje ingenioso y fluido tuvo unas palabras haciendo referencia a la gran cantidad de situaciones que tuvo que hacer frente durante sus años de dirección, como por ejemplo los cambios legislativos, la renovación de la techumbre y otras muchas situaciones relacionadas con el recuerdo de personas que ya no están con nosotros. Por parte de D. Miguel Aroca, contó brevemente dos anécdotas graciosas y otra de gran trascendencia, intentando transmitir que la vida de un docente pasa por momentos agradables pero debe hacer frente a situaciones, a veces muy graves, para ayudar a niños y niñas que pueden estar pasando por momentos difíciles. En este sentido, desde el maestro que lleva su nombre, D. Miguel Medina, nuestro Colegio ha estado siempre dispuesto a ello. El CEIP Miguel Medina pasó por momentos difíciles en los últimos años, debido al gran deterioro de su edificio y D. Miguel Aroca quiso agradecer una vez más a las familias que apostaron por las personas por encima de los ladrillos, confiando en el profesorado del momento y en la educación que ellos mismos habían recibido, permitiendo que sus hijos/as continuaran asistiendo al mismo.
A continuación se entregaron los premios, no sin antes leer sus narraciones, con la ausencia lamentable de la persona ganadora del Primer Premio, Dña. María Sánchez García, ausente por causas de la pandemia.
Agradecemos a la Asociación el detalle del tema elegido para este año, permitiendo hacernos volver a la infancia de muchas personas.
Estos son los escritos premiados:
TERCER PREMIO:Abro la ventana y ahí está, imponente, mi colegio.
Cuántos ojitos hemos mirado de niños a través de sus
grandes ventanas?
Cuántos juegos habremos jugado en ese patio en los
recreos?
Por sus pasillos he corrido montones de veces, lo
conozco como mi propia casa.
Risas, juegos y también entonces, nuestras enormes
preocupaciones:
Me sabré la lección cuando me la pregunte el maestro?
Haré bien el examen?
Cada nuevo curso, una nueva ilusión... Libros nuevos,
libretas y lapiceros.
y maestros... ¡Cuántos recuerdos!
El Miguel Medina, Las Graduadas, el colegio que guarda
más memorias, porque a él iba la gran mayoría de
archeneros.
Es un referente muy importante, que a nadie parece
importarle porque hoy es un triste edificio olvidado y
viejo.
❖ María Dolores Garrido Perea
TERCER PREMIO (COMPARTIDO)
¡Madre mía Miguel Medina!
¡Qué recuerdos, la mayoría buenísimos!
Allí estudió el que más tarde sería mi marido, mi hijo y yo.
En mi clase solo éramos chicas, los 5 cursos fueron así,
parecía un colegio de monjas en mi caso, claro!
Cuando paso por allí solo me vienen recuerdos tiernos e
inocentes ya que mi periodo en este colegio fue de los 6
años hasta los 12. Hablamos del año 1976, ¡hace ya unos
cuantos! Luego me pasaron al colegio José Alcolea Lacal.
Pero mis mejores recuerdos son los de aquellos años donde
era una niña un tanto revoltosa, por eso de vez en cuando
recibía algún castiguillo, como ponerme arrodillada con los
brazos en cruz con libros en las manos, o en un rincón de
espaldas. Y a veces, por otra compañera, íbamos todas en
fila india a recibir un palmetazo con una vara de madera
que aún recuerdo muy bien. Era una disciplina muy distinta
a la de hoy en día, esta es la parte más fea de este relato ,
pero que por eso creo que no tengo que ocultar, es lo que
había, por lo demás todo era inocencia de esos años, fue
mi etapa más tranquila y feliz .
Hoy en día, cuando paso por allí o voy al aparcamiento que
han realizado en el patio de Miguel Medina, es raro que no
me provoque una sonrisa traviesilla al mirar al frente y ver
ese edificio aún en pie, es como si por un momento me
envolviera esa niñez inocente de esos días, cuando te
asomabas a esos balcones, que parecía que se iban a caer,
y se asomaban por abajo los chicos en el recreo para ver si
se veía alguna braguita jeje .
Allí fue donde el arbolito se va formando y hoy soy esa
mujer mejor o peor, pero allí fueron mis raíces y siempre
tendré buenas palabras para este colegio. Y por eso me veo
motivada para expresarlo y contarlo, para quien lo pueda
leer. Espero que le agrade y le entretenga.
Podría contar infinidades de cosas pero la esencia ya está
dicha. Solo decir que este colegio lo llevaré siempre en mi
corazón y supongo que en el de muchos archeneros
también será así.
¡Que viva miguel medina por siempre y gracias por
conocerte¡
Una admiradora.
* Pilar Gil López
SEGUNDO PREMIO
Cachito de historia viva…
Cuarenta y seis personitas en clase, y algún chicle pegado bajo
la mesa,
escriben al dictado, en marcado silencio. Fuera llueve de
forma perversa.
Acompasan la escena unas goteras que resuenan en cubos con
euforia. Esbozo de escuela “Machadiana” anclada con ternura
en mi memoria.
Imponente edificio para una niña que, por primera vez, entra
en aula: Ventanales que embriagan de luz, clases tan
abarrotadas como amplias.
En el patio, juegos, fieles amigos y un busto de D. Miguel
Medina
que observa los primeros corazones con indiscretas iniciales
en tiza.
Vivencias, ilusiones y sueños. Primer ensayo de la vida real...
Por eso, el colegio Miguel Medina es parte de mi biografía
emocional.
Convivió en él, mientras estudiaba, la antigua y la nueva
escuela; pertenecí, por suerte, a la segunda, aquella que de un
letargo despierta.
Que la letra con sangre no entra me demostraron con
convicción.
Creamos la primera biblioteca
y alimenté una voraz imaginación.
Teatros, periódicos, canciones... mucho que escribir y más que
leer. Escasos libros de texto en la cartera. Así transcurrió mi
inolvidable EGB.
Antes fue escuela de nuestros padres, con otras necesidades y
anhelos
que les impuso la dura realidad: nutrir tanto almas como
cuerpos.
Así, es el colegio Miguel Medina parte de la memoria
colectiva. Testigo esencial de nuestro pasado. Cachito de
historia viva.
❖ María Rojo Arques
SEGUNDO PREMIO (COMPARTIDO
Desde mi ventana a la tuya…
Desde mi ventana a la tuya,
Desde mi corazón a tu alma,
de mis pensamientos a los recuerdo,
a aquel territorio que fue mi paraíso de niña,
mi colegio Miguel Medina.
Fue un reino feliz para todos los niños,
Para todas las niñas.
Y ahora lo miro y lloro por él cada día.
En mi recuerdo lo veo inmenso y explendoroso,
Era mi castillo de hadas buenas,
Era nuestro fuerte poderoso.
Aquí estamos, los que aún tenemos
Nuestro corazón entre sus aulas,
Abriéndolo de par en par
Y evocando nuestros más bonitos recuerdos.
Y nuestra alma limpia de niños
Deseando que alguien sea noble y justo
Y trate como se merece a nuestro colegio
Miguel Medina, Las Graduadas
¿Por qué causa, por qué motivo
Este abandono, este olvido?
Desde nuestros corazones de niños
Este poema va dirigido a quien corresponda,
Y a todos los archeneros y archeneras
No permitáis esta agonía,
No dejéis que nuestro colegio se muera.
❖ Mª Dolores Garrido Perea
PRIMER PREMIO
Carta del Miguel Medina
Querida gente:
Cuando pasan los años y a pasar de que quiero cambiar, no
lo consigo.
Cuando transcurre mi depresivo tiempo sin ningún tipo de
esperanza.
Cuando veo que me desprecian,
Que me ignoran,
A pesar de haber manado tanto,
De haber entregado tanto,
De la mejor forma que he podido
Y he sabido amar: Dándolo todo!
Cuando siento que se me agrietan las paredes,
Que las goteras me hielan el alma,
Que cuando se me rompen los cristales
Se me rompe el corazón en mil pedazos.
Cuando veo que me encuentro sin ningún punto de apoyo
Ni en mi ni en los demás.
Cuando contemplo las miradas de indiferencia, de
compasión
Y hasta de desprecio…
Cuando siento esta terrible soledad…
Es cuando me invade la tristeza
Y deseo que la tierra se abra,
Y me trague,
Y me disipe…
Y entonces, es cuando me sale del alma el último estertor,
El último grito desesperado desde mis recuerdos,
Y quisiera que recordasen cuanto di y qué poco pedí.
Quisiera encontrarme en el corazón de la gente,
De la misma manera que la gente está en el mío…
Suspiro y veo que no puedo dejar de ser lo que fui,
Techo de sueños y albergue de futuro.
En mis entrañas está la esencia del crecimiento y la vida.
Solo pido una mirada,
Solo pido un recuerdo,
Solo pido seguir dando,
Seguir dándoos…
Querida gente,
Os quiere y os querrá siempre, Colegio Miguel Medina, Las
Graduadas de Archena.
❖ María Sánchez García
FUERA DE CONCURSO
El autor, Jordi Rusiñol, no estudió en "Las Graduadas/Miguel Medina", por ello pensaba que quizá no pareciese apropiado participar en el Concurso pero su mujer sí lo hizo y son tantas, nos comentaba él mismo, las cosas que de ella y otros había oído de él que le ha cogido cariño y no ha querido quedarse con las ganas de escribir. Este es su relato:
La enfermera del Miguel Medina
Nunca pensé que el final de una visita esporádica fuera tan
definitiva en mi vida. Hasta esos momentos no conocía ni a
los Abenza, ni mucho menos lo que Archena representaba
para ellos, y ahora seis años después para mí también.
Estábamos sentados al solecico de una terraza de Molina, y
Toñi, con la inmediatez de un resorte disparado por la
memoria, me dijo.
− ¿Quieres que te enseñe mi pueblo?
− ¡Claro me encantaría!, le contesté
destensando el muelle de su espontaneidad.
La verdad es que siempre me ha gustado conocer el pasado
de quién me rodea, me hace entender quienes son.
Impresionado me quedé nada más iniciar el cruce del puente
del hierro sobre el río Segura, me dije - ¡Esto promete!, he
decir que, lo que ese día fue un descubrimiento para el
forastero, hoy es mi hogar. Enfiló el Carril con la
aceleración lenta pero ruidosa de su Hyundai gris con el
relenti desbocado, y allí pocas decenas de metros más allá
nos encontramos con el colegio Miguel Medina.
− ¡Qué chulo el colegio, para porfa! le dije
− Siii, te gusta, era mi colegio, - me encanta.
En la lejanía de aquel 2015, aún permanecía en
funcionamiento su labor el centro educativo. Yo conocía la
obra que se hizo durante la Segunda República por dar
equipamientos escolares modernos donde la educación
periférica dejaba mucho que desear para la mayoría de la
población.
Los zagalicos pequeños, correteaban por el patio acotado que
daba al mencionado Carril, los colorines de los “Babys”
contrastaba con la solemnidad del edificio, y con las puertas y
ventanas barnizadas continuamente durante décadas, maderas
desafiantes, y victoriosas al paso del tiempo, y sobre todo al
Sol de justicia que castiga la región sin piedad cada verano.
− ¿Quieres que te cuente cosas del colegio?, me
dijo Toñi.
− Por supuesto, corazón, le contesté, en realidad
lo estaba deseando, cuantas historias, y vidas
deben esconder el fortín de la cultura
archenera.
Pués, mi padre vino aquí hace ochenta años, y mis hermanos y
yo también. - Pero cuéntame cómo eras tú, que hacías, cómo
era tu día a día en esos entremuros. - Si, si, voy, me contestó
sorprendida de mi interés (aún no me conocía mucho).
Asomados por el patio grande, me explicó que allí se hacían
las filas antes de entrar en las aulas, en ellas cada mañana se
juntaba con las amigas, algunas más traviesas albergaba en los
bolsillos algunos saltamontes y otros ortópteros para fastidiar
la mañana a algunos compañeros y maestros , otras eran más
serías, como Toñi, era de las que creían en su madre, y que
por nada del mundo le hubiera gustado que le llamarán la
atención por su culpa, en la fila también estaban los chavales,
y las miradas despistadas que al cruzarse sonrojaba los
carrillos de mi Toñi, entre los oteantes destacaba el Pitu, pero
ella aún tardaría mucho en concurrir y pavonear en el
“jardinillo”. ¿Qué pensaría su madre? se decía a sí misma.
En clase no lo pasaba mal, e intentaba ser aplicada y ordenada,
todo lo contrario que yo, pensé para mi. Pero fue su labor en el
recreo lo que me sorprendió más. Resulta que, la Abenza tenía
una vena sanitaria, y cada vez que un niño pequeño se caía
arrastrando las rodillas por los guijarros,
de inmediato, dejaba el corrillo de las chicas devora pipas, y
activando la sirena de la emergencia, mi nenica salía disparada,
presta para apagar los llantos del mocoso de turno. Allá iba
ella, sin ni siquiera un simple uniforme oficial de la Cruz Roja,
ni credencial alguna, pero, eso si, iba ataviada de unas pinzas
para sacar las criminales piedras de la carne, limpiar la herida
con agua oxigenada, y darle mercromina a porrillo al herido, y
sin olvidarse de consolarlo mientras lustra la carita de los
chorretes descendentes que habían surcado de lágrimas las
mejillas.
Desde que me contó esa historia, siempre ha sido para mi la
enfermera del Miguel Medina.
Pasados estos pocos años, y después de descubrir, y disfrutar la
belleza que rodea al colegio, que por cierto, ya trasladado a
una nueva e imponente instalación justo a la espalda del
antiguo. Esos días de cierre y traslado, estuve sufriendo para
que el edificio no se derribará y se le diera un uso adecuado a
su historia, y sobre todo a la historia de tantos, y tantos
archeneros que formaron la vida en su interior.
* Jordi Rosiñol Lorenzo